¿Quién puede invertir en bolsa? Test MiFID.

La inversión en bolsa implica riesgos.
Al invertir en acciones es posible ganar dinero pero también es posible que las acciones pierdan prácticamente todo su valor. Este es un hecho que los posibles inversores deberían tener en cuenta antes de invertir.

Son recurrentes los casos en los que un inversor pierde una cantidad de dinero porque está operando con productos de inversión de los que no conoce bien su riesgo o la forma en que se deben manejar. En estas situaciones en las que el desconocimiento lleva a una pérdida, hay responsabilidad por parte del inversor, que actúa de forma imprudente, pero puede haber también responsabilidad por parte de las entidades de inversión que canalizan la inversión del inversor animándole a entrar en productos determinados, guiadas por el beneficio de la comisión de la gestión más que por el beneficio de su cliente. Ante estas situaciones, los gobiernos pueden imponer alguna medida de protección a los ciudadanos que quieran invertir basada sobre todo en la exigencia de una información clara sobre los productos y su riesgo.


MiFID y los tests de conveniencia e idoneidad.
En la Unión Europea, hay una directiva denominada MiFID (Markets in Financial Instruments Directive) que busca proteger a los posibles inversores controlando qué productos utilizan en función de sus conocimientos y perfil de riesgo. La directiva, de aplicación en todos los países de la Unión Europea, exige a las entidades de inversión que evalúen los conocimientos previos de sus clientes y traten de ofrecer productos ajustados al perfil y conocimiento de los mismos. Esta evaluación se debe hacer por medio de dos tests: el test de conveniencia y el test de idoneidad.

El test de conveniencia consiste en que la entidad de inversión pregunta al cliente por los conocimientos y experiencia que tiene de los distintos productos de inversión. A partir de los resultados del test de conveniencia, la entidad de inversión debe poder decirle al cliente si es conveniente o no para él la contratación de una clase de producto concreto.
Supongamos que llega un cliente interesado en crear una cuenta para operar con acciones. El test de conveniencia buscará saber si el cliente tiene claro lo que son las acciones, si alguna vez ha comprado o vendido acciones y si conoce el funcionamiento del mercado de acciones. En caso de que el cliente no tenga los suficientes conocimientos básicos, el resultado del test será que las acciones son un producto no conveniente para el cliente. Se le puede recomendar algún producto que parezca más sencillo, como los fondos de inversión. En cualquier caso, la última palabra la tendrá el cliente, y podrá contratar la cuenta en acciones si quiere, una vez que firma que ha comprendido que el producto no es conveniente para él.
El test de idoneidad sirve para conocer el perfil de riesgo del cliente y la capacidad de inversión del mismo. A partir de este conocimiento y del obtenido en el test anterior, la entidad debería poder ofrecer un producto comprensible para el cliente y configurado de forma adecuada a sus necesidades.
Continuando el ejemplo anterior, supongamos que el cliente opta finalmente por un fondo de inversión. El test de idoneidad verá si el cliente tiene mucha o poca aversión al riesgo, cuándo quiere obtener rendimientos de su inversión, y sus ingresos y gastos generales. Con esta información la entidad de inversión determinará la clase de fondo de inversión más adecuada al mismo y cuánto debería aportar y durante cuánto tiempo para conseguir el rendimiento esperado.
Enlaces
      Derechos y deberes de un accionista.

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