Factores que afectan al valor de una divisa.


Tipos de interés. La demanda de una divisa depende en parte del interés que se pueda obtener en las inversiones en esta divisa. Por este motivo, que suba o baje una divisa depende del valor de los tipos de interés en el país emisor de la moneda.
La Reserva Federal (FED) de los Estados Unidos define los tipos de interés ofrecidos para la deuda emitida en dólares. Si estos tipos de interés suben, subirá el dólar porque habrá interesados en tener dólares para invertir en deuda estadounidense. Si los tipos de interés bajan, bajará el valor de la divisa. 
Situación fiscal del país. Si un país tiene déficit en sus cuentas, puede emitir más moneda al mercado para cubrir la diferencia entre gastos e ingresos. Esa emisión adicional supone que hay más unidades de la divisa en el mercado, por lo que baja el valor de la divisa.

Inflación. En un país en el que los precios crecen poco durante un período largo, es posible comprar con la misma cantidad de monedas, más productos de una determinada clase que en otro en el que la inflación es mayor. Esto origina una compensación en las divisas que hace que la divisa del país con baja inflación se revalorice respecto al país con alta inflación.
Supongamos dos países que tienen dos monedas, escudos y coronas, que se cambian a la par.
Supongamos que en una fecha dada, en el primer país se pueden comprar 10 sacos de harina con 100 escudos y en el segundo país, se pueden comprar 10 sacos de harina con 100 coronas. Pasado el tiempo, en el primer país los precios suben mucho más que en el segundo de forma que con 100 escudos sólo se pueden comprar 2 sacos de harina. Mientras, en el segundo país, con 100 coronas se compran 8 sacos de harina. El hecho de que se pueda obtener mucha menos harina con 100 escudos que con 100 coronas, se compensará con una tasa de cambio que refleje realmente el poder adquisitivo: por ejemplo, 4 escudos por corona. Con esta tasa de cambio, con 100 coronas o 400 escudos, se compra la misma cantidad de harina. 
Decisiones políticas. Los bancos centrales de los grandes países pueden fijar en buena medida la tasa de cambio de su moneda nacional al disponer de grandes reservas de divisas. Si un gobierno quiere que su moneda nacional valga más respecto a otra moneda, puede vender sus reservas de la moneda extranjera, haciendo que en el mercado aumente la oferta de forma que baje el precio. Si por el contrario quiere que su moneda nacional baje, puede hacer compras de la moneda extranjera, aumentando la demanda de la misma y por tanto su tasa de cambio.


Relación de las divisas con el resto de la economía. 

Cuando la divisa de un país está fuerte, tanto la renta fija como la renta variable en el país tienden a subir. Las importaciones son más baratas y en cambio las exportaciones son más caras, de forma que una divisa fuerte ayuda a que entren más productos en el país y se active la economía. Por contra, el hecho de que las exportaciones se encarezcan perjudica a la industria exportadora. Una moneda fuerte también es mala para la recepción de turismo ya que para los potenciales viajeros tenderán a escoger destinos en los que puedan sacar más provecho a sus ahorros.

Cuando la divisa está débil aumenta el coste de las importaciones, siendo este aumento del coste especialmente importante en el caso de países que dependen de la importación para obtener energía o alimentos. En cambio, las divisas débiles favorecen la entrada de turismo (el turista extranjero, al cambiar su moneda extranjera obtiene más monedas locales por lo que le resulta más barato el país). También favorecen a la exportación.


Los acuerdos del Hotel Plaza. 

En septiembre de 1985, se firmó un acuerdo en el Hotel Plaza de Nueva York por el cual los bancos centrales de Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido y Francia acordaron aplicar políticas para bajar la cotización del dólar.
A este acuerdo se llegó debido a la presión estadounidense. El gobierno de Estados Unidos se encontraba en una situación de déficit público y déficit por cuenta corriente. El valor del dólar se había duplicado en pocos años respecto a los valores del marco alemán y el yen japonés. Alemania y Japón, con monedas baratas, exportaban masivamente a otros países, incluyendo los Estados Unidos. Ante esta situación, Estados Unidos planteó dos opciones: o bajaba el dólar o Estados Unidos introduciría tasas a las importaciones para proteger su industria local y para reducir el déficit.

El efecto a nivel cambiario de este acuerdo fue que en un año el dólar había caído alrededor de un 50% frente al yen y al marco. La tasa de cambio del dólar y el yen pasó de 239 yenes por dólar en 1985 a 128 yenes en 1988.
Si un inversor de Estados Unidos cambió 100000 dólares por 23,9 millones de yenes en 1985 obtuvo en tres años un crecimiento del 86,7% en su inversión, pudiendo cambiar sus yenes por 186718 dólares tres años después. 
El efecto de la depreciación del dólar en Estados Unidos fue positivo porque se redujo el déficit y mejoraron las ventas de las compañías estadounidenses.

En Japón, la apreciación del yen frente al dólar tuvo dos consecuencias:
  • Un empeoramiento de la competitividad de la industria japonesa (al ser el yen más caro las ventas japonesas se encarecen). 
  • Un crecimiento desproporcionado de la economía en el país: al valer más la moneda, el dinero en Japón “sobraba”. Esto originó un crecimiento del gasto y de los precios, incluida una burbuja inmobiliaria y financiera. El fin de esta burbuja en 1990 supuso el comienzo de una época de estancamiento económico en el país que duró diez años.

Enlaces
      El mercado global de divisas.

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